La amatista es una variedad macrocristalina del cuarzo. Su color violeta característico puede ser más o menos intenso, según la cantidad de hierro (Fe3+) que contenga. Puede presentarse coloreada por zonas con cuarzo transparente o amarillo (ver bolivianita). Las puntas suelen ser más oscuras o degradarse hasta el cuarzo incoloro.
A pesar de que es muy resistente a los ácidos, la amatista es muy susceptible al calor. De hecho, al calentarla a más de 300 °C cambia su color a café pardo, amarillo, anaranjado o verde, según su calidad y lugar de origen:
- 450 °C: se vuelve amarilla
- 500 °C: toma un color anaranjado fuerte (amatista quemada)
- 600 °C: se vuelve muy lechosa
Etimología e historia:
El nombre ‘amatista’ proviene del griego: amethystos (no borracho), ya que esta piedra era considerada un potente antídoto contra la embriaguez. Según la mitología griega, Dioniso, dios del vino y el desenfreno, pretendía a una doncella llamada Amethystos, la cual deseaba permanecer casta. La diosa Artemisa escuchó sus plegarias, y transformó a la mujer en una roca blanca. Dioniso, humillado, vertió vino sobre la roca a modo de disculpa, tiñendo así de púrpura los cristales.
La amatista se conoce desde hace miles de años, pues ya en el antiguo Egipto se utilizaba para crear joyas, sellos personales y tallas. En la Edad Media, el cristianismo adoptó la amatista como símbolo de renuncia a los bienes terrenales y castidad, y aún hoy la llevan en forma de anillos muchos cardenales y obispos. La amatista simbolizaba además la sabiduría divina.
Con respecto a su simbología actual, la amastista representa un gran vínculo entre dos personas.
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