LA CRUZADA
De los cuatro barrios que constituyen la villa; el sector central o
casco de la misma, Cimadavila, la Marina y la Cruzada, es éste el
que ocupa una posición más poética. Situado en la vertiente N. O.
Del monte de Santa Tecla, sobre el puerto de La Guardia, goza de
unas vistas encantadoras, disfrutando de lleno el conjunto de la
villa y una inmensa extensión de las aguas del Atlántico. Sus casas
son todas un excelente mirador para observar las múltiples
embarcaciones de las líneas ultramarinas y las que parten de los
puertos de Andalucía, Galicia y Portugal o se dirigen a los mismos.
De ningún sitio como éste pueden observarse las borrascosas
tormentas que frecuentemente se desencadenan en nuestra desabrigada
costa. Las puestas de Sol en todos los días del año, vistas desde
la Cruzada, son simplemente maravillosas, lo mismo que el rielar de
la Luna en noches serenas cuando declina a su ocaso sobre las aguas
del Atlántico. Su estela rizada que se extiende y dilata hasta
muchas millas es algo fascinador soberanamente poético.
Procede el nombre
de Cruzada de la voz latina cruciata,
equivalente
a crucillada o encrucijada, nombre que
originado de la posición correlativa de sus calles y caminos que
frecuentemente se cruzan entre sí. En varios de los puntos de estos
caminos se encuentran y cruzan, la antigua piedad de
nuestros ascendientes colocó sencillos cruceros, entre los cuales
se destaca el situado en la fuente de la Cal, del que
después nos ocuparemos.
El nombre
de Cruzada se repite en la toponimia española y
portuguesa, como es fácil comprobarlo con cualquier diccionario
geográfico o postal, pero no creo que ninguno alcance el carácter
poético de que este sector de nuestra villa está
saturado.
El terreno de la Cruzada es
pobre, aunque impregnado de elementos de fertilización por la gran
cantidad de humus proveniente de las vertientes
del monte. Constituido todo el terreno por socalcos o terrenos de
declive, sostenidos por muros de contención para salvar las tierras
laborables superiores, es, sin embargo, muy productivo en varios
frutos agrícolas, merced a una laboriosidad constante y penosísima
de sus propietarios, contribuyendo a hacerlos productivos la
distribución de las aguas, especialmente en la fuente de la Cal,
que no alcanza para todas las necesidades. Desde los pinares, hasta
el mar, son muchas y muy variadas las hortalizas que se producen en
sus mezquinos campos y exiguas huertas.
Tuvo la Cruzada desde muy remotas
épocas, hasta nuestros días una modesta fábrica de cerámica
ordinaria y rudimentaria. En pequeñas y casuales excavaciones que
se han hecho en las inmediaciones de su horno han aparecido
fragmentos de loza ibérica con insculturas hermanas a las
descubiertas en la población de la cumbre de Santa Tecla. Muchas de
las piezas de loza, allí fabricadas recientemente, tienen todos los
caracteres morfológicos de las pertenecientes a la más remota
antigüedad. Hoy ha desaparecido esta rudimentaria industria
local.
Tiene la Cruzada algunas de las
calles por donde pueden hoy transitar coches y automóviles, cuando
antes por ellas sólo podían andar carros. Para complemento de esta
progresiva sólo falta que se abra una carretera que desde las
cercanías de la Alameda atraviese la Cruzada y conduzca a
Camposancos, enlazando después a ésta con el puerto.
En una de estas calles están una
serie de estaciones del Vía-Crucis cuyas imágenes de piedra
comienzan con una hermosa cruz en los Teares y terminan en la
capilla de San Cayetano. Bajo este punto de vista los de la Cruzada
no quisieron ir en zaga de los vecinos de Sobrelavilla.
Este poético templo de la Cruzada
es la joya más estimable de sus cristianos vecinos. Desde el siglo
XVII en que se construyó, ha sido siempre objeto predilecto de la
piedad tradicional, frecuentemente allí se celebra la Santa Misa,
casi todos los domingos del año, especialmente en Cuaresma se hace
el ejercicio del Vía-Crucis, pero cuando se desborda el entusiasmo
de los vecinos de la Cruzada, es en los días consagrados al Santo
abogado de la Providencia. Sus festejos son famosos y atraen
multitudes de la comarca. Alma de estos cultos y del progreso del
barrio y de su capilla es la benemérita señora doña Rosa Alvarez
Vda. De Moreno.
Integran el barrio de la Cruzada
la calle de la Roda llamada así por la máquina de
cordelar, que allí existió antiguamente para la fabricación de
cuerdas. De los Telares y Malata, de
la que nos hemos ocupado en otras notas toponímicas, así como de la
fuente de la Cal.
Al lado de ésta álzase un esbelto
y bien proporcionado crucero, artístico por las imágenes religiosas
que lo ornamentan. Fue construido a mediados del siglo XVIII, según
dice la inscripción grabada en su peana.
Tiene este crucero de cuatro a
cinco metros de altura. El pedestal es sencillo y de estilo
neo-clásico-portugués en el que se inspiró el maestro que cinceló a
principios del siglo XIX el que estuvo antiguamente al principio de
la Vía Sacra, o calle del calvario y hoy se halla en el cementerio
nuevo, después de haber estado desde 1834 en el cementerio de San
Pedro. El fuste de su columna es estriado, su capitel es del orden
compuesto. En éste está hincada la cruz con la imagen de Jesús
crucificado, que tiene una calavera a sus pies. Arrodillado ante el
Redentor está una devota imagen de San Francisco de Asís en actitud
de éxtasis y con las manos alzadas hacia aquel.
En el zócalo sobre el que
descansa la columna está esculpida esta leyenda:
SSMO. CHRISTO
DE LA MISERICO
RDIA
El
pedestal de éste crucero tiene grabada la siguiente
inscripción:
A DEVOCI
ON DE JOSE
CIVIDAN
ES Y SV MV
GER YSABEL
PENIZA
AÑO DE 1762
Estos piadosos hijos de la
Cruzada casados en 1742 eran hijos respectivamente de Domingo
Cividanes y María López; y de Juan Peniza y Ursula Rodríguez. Son
ascendientes de D. Juan Antonio Español y de Domingo Español,
fundador y propulsor el primero del barrio del Pasaje y notable
Alcalde de esta villa, el segundo. Sus apellidos propios eran
Cividanes y López que conmutaron por el de Español en sus
emigraciones familiares a Méjico y Guatemala.
Punto
significado de la Cruzada es el de la fuente del mar. A
muchos llama la atención de que se llame así a este altozano
situado sobre la huerta del Convento de Benedictinas y la Ribera,
cuando allí no existe fuente alguna. Antiguamente se
decía encima da fonte do mar, aludiendo a la copiosa
fuente de la Ribera, pero el pueblo, simplificando el nombre, llamó
y sigue llamando a aquel sitio fonte do mar. Tal es el
origen del nombre vulgar de este camino situado, después
de tras da cerca de las monjas. Desde esta altura
que domina completamente la villa y la marina se hacían
antiguamente, por promesas devotas, a las altas horas de la noche,
ruegos de oraciones por las ánimas y por otros fines piadosos,
repitiendo a veces lassaetas de las
misiones.
Un
hijo notable de la Cruzada fue el Padre Maestro Fray José Español,
de la Orden de Santo Domingo, que nació a principios de febrero de
1744.
Ingresó
en 1757 en el famoso convento dominico de Salamanca, donde hizo su
profesión religiosa en 5 de abril de 1760. Varón de gran talento
fue su principal ocupación la enseñanza de Ciencias Eclesiásticas
en Nieva, Salamanca, Cuenca, Piedrahita y Santiago. Murió en el
convento de San Esteban de Salamanca, cuna de grandes Filósofos y
Teólogos, a los ochenta años de edad en octubre de 1824. En la
biblioteca del seminario de Tuy hay alguna obra de Teología con
su ex libris. En la sacristía de la parroquia de La
Guardia consérvase un librito, en pasta de piel, donado por él en
el año 1804 para los cultos de la Virgen del Rosario, fue muy
estimado en la Orden por su ciencia y santidad, y considerado como
un eminente Teólogo.
Nació
también en la Cruzada el R. P. Fray Manuel Rodríguez Franco, hijo
de Silvestre y de María, que vistió el hábito franciscano en la
provincia de San Miguel de Extremadura. Falleció en 25 de
septiembre de 1805, después de una vida apostólica consagrado a la
predicación de la divina palabra.
Otro
religioso franciscano, distinguido hijo de la Cruzada fue el R. P.
Rosendo de la Transfiguración, nacido en 25 de enero de 1729.
Profesó en la provincia de San Pablo en 1748. Destinado a las
misiones de Filipinas, desempeñó allí cargos importantes al
servicio de la Orden, como Provincial, Definidor y otros. Falleció
en Manila en 23 de febrero de 1801, a los 72 años de edad y 54 de
hábito, pasó la mayor parte de su vida evangelizando a los pueblos
filipinos con su elocuente palabra y edificándolos en sus grandes
virtudes. Su nombre de bautismo era el de Rosendo Antonio González
y fueron sus padres Benito y Francisca.
Es
de justicia que consagre unas líneas a otro benemérito hijo de la
Cruzada, D. Ramiro Franco. Dedicado al comercio en la ciudad de
Sevilla, profesó siempre un amor extraordinario a la villa que le
vio nacer, de lo que dio muestras en sus empeños por dotar a La
Guardia de una historia local. Con las noticias que le facilitó D.
Ramón López Portela y otros que menciona en su opúsculo, y con la
colaboración del periodista sevillano D. José Povedano compuso el
trabajo La Guardia. Un recuerdo a Galicia, del
cual hizo tiradas numerosas en un folleto, en una gran hoja mural,
y en la “Ilustración Española y Americana”. Puso
también en movimiento sus relaciones para restaurar en La Guardia
el antiguo hospital, en uno de cuyos departamentos quería hubiese
una gran iconoteca con grandes cuadros que él regaló, y una
biblioteca popular para cuya base envió varios cajones con
numerosos libros. Falleció este cultísimo hijo de la Cruzada hacia
el año 1880 en la ciudad de Sevilla.
Esta
es la Cruzada, un poético lugar de Galicia, un hermoso aledaño de
La Guardia habitado por gentes laboriosas y honorables patria de
hombres de talento que han prestado grandes servicios a la cultura,
a la industria y al comercio.