LA MONTAÑA
ARTIFICIAL
Es una montaña
artificial creada en el Parque del Retiro por orden del rey
Fernando VII en el año 1815. También llamada Montaña de los
Gatos, Montaña de los Osos o Montaña Rusa, por
los animales que allí se encontraban y que era una expansión de la
Casa de Fieras del Retiro. En la actualidad alberga una sala de
exposiciones en su interior.
La Montaña tiene tres
cascadas (Artificiales por supuesto)
una situada frente a la
puerta que hay en la calle O´donell.
Llas otras dos estann situadas en su parte interior.
Una de
ellas está flanqueada por dos esculturas de leones
En sus inmediaciones se
encuentran las ruinas de la ermita de San Pelayo y San
Isidro.
JARDINES DEL BUEN
RETIRO
Los
jardines del Buen Retiro, de 118 hectáreas, tienen su origen entre
los años 1630 y 1640, cuando Felipe IV (1621 - 1665), bajo la
dirección del Conde Duque de Olivares (Don Gaspar de Guzmán y
Pimentel), los terrenos le pertenecián
en gran parte, levantó un conjunto para el recreo de la Corte en
torno al Monasterio de los Jeronimos de
Madrid. Así, con la reforma del Cuarto Real que había junto al
Monasterio, se inició la construcción del palacio del Buen Retiro.
Contaba entonces con unas 145 hectáreas.
Son los
arquitectos Giovani Batista
Crecenzi y Alonso Carbonell
construyeron diversos edificios, entre ellos el teatro del Buen
Retiro que acogió representaciones teatrales de los grandes
del Siglo de Oro, Calderón de la Barca y Lope de Vega. Perduran aún
el Casón del Buen Retiro, antiguo Salón de Baile, y el Museo del
Ejercito antaño Salón de Reinos con sus
paredes decoradas con pinturas de Velázquez, Zurbarán y
frescos de Lucas Jordán.
Los jardines se levantaron al mismo que el palacio, trabajando en
ellos entre otros Cosme Lotti,
escenógrafo del Gran Duque de Toscana,
y edificándose una leonera pasra
exhibición de animales salvajes y una pajarera para aves exóticas.
El estanque grande, escenario de naumáquinas y espectáculos acuáticos, el estanque
ochavado o de las campanillas y la ría chica pertenecen a este
período inicial.
A lo largo
de la historia, en este conjunto se han ido efectuando
modificaciones que cambiaron la fisonomía del jardín, como el
Parterre diseñado durante el reinado de Felipe V (1700 - 1746), la
fábrica de porcelana del buen retiro en tiempos de Carlos III (1759
- 1788) o el Observatorio Astronómico, obra de Juan de Villanueva,
reinando Carlos IV (1788 - 1808).
Durante la invasión francesa, los jardines quedaron parcialmente
destruidos al ser utilizados como fortificación por las tropas de
Napoleón.
Tras la guerra de la Independencia, Fernando VII) (1814 - 1833)
inició su reconstrucción y abrió una parte del Jardín al pueblo,
como ya hiciera Carlos III. El Monarca se reservó una zona, entre
las calles de O'donnell y Menéndez
Pelayo, donde construyó una serie de edificios de recreo siguiendo
la moda paisajística de la época, conservándose aún a (principios
del siglo XXI) la casa del pescador, la casa del contrabandista y
la montaña artificial.
Reinando Isabel II (1833 - 1868) se abrió la calle de Granada,
calle que más tarde se llamaría de Alfonso XII, vendiéndose al
estado los terrenos comprendidos entre ésta y el Paseo del Prado
que fueron urbanizados por particulares.
Tras la revolución de 1868 los jardines pasan a se propiedad
municipal y sus puertas se abrieron a todos los ciudadanos,
comenzando una época en la cual, la ría grande y el estanque de San
Antonio de los Portugueses se transformaron en Paseo de coches. Se
colocaron las fuentes de los Galápagos y de la Alcachofa,
realizándose la fuente del Ángel caído, obra de Ricardo Bellver. En
el Campo Grande se edificaron el Palacio de Cristal y El Palacio de
Velázquez, obra de Ricardo Velázquez
Bosco.
Podemos
conocer más sobre el Madrid de finales del siglo XIX en la novela
que Pío Baroja sitúa en este enclave. Fue escrita en 1933,
recibiendo el nombre de Los Jardines del Buen
Retiro
EL
CACHÉ
Es un Microcaché, por favor tened mucho cuidado tanto al
buscarlo como al esconderlo, ya que hay mucha gente siempre
por el parque, y aunque no lo parezca puede haber alguien
mirando.