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Mi querida Llardana Multi-Cache

Hidden : 6/21/2008
Difficulty:
4 out of 5
Terrain:
4 out of 5

Size: Size:   regular (regular)

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Geocache Description:


 

Balcones del Aneto II

Libro de los Tesoros

 

Hace no mucho tiempo, el rey Aneto reunió a un grupo de montañeros y les encargó que escondieran un preciado tesoro....  Según cuenta la leyenda, los montañeros que se aventuren a ir en su búsqueda habrán de emplear al menos tres días completos durante los cuáles disfrutarán de bellos paisajes.

 Autor

Boss SiriNeos

 Agradecimientos

A los SiriNeos

Quique, Ana, Ani, Martita, Alberto, Consu, Maria, Javier, Lucía,

Nacho, Mariajo, Nachete, Almu, Mónica, Marta, Mayi, y Pablo

 A mi hijo

Julián

 

A mi hermano

Pedro

 

A mis amigos

Edu, Jorge, Ángel, Iñigo, Cristina, Victoria, Eva y Julio

 


Capítulo I

  La guarida del Toro

 

Asomaban los primeros rayos del verano, cuando el rey Aneto y sus caballeros arribaban a la Posada de la Besurta, donde habían de encontrarse con el grupo de montañeros al que había encomendado la misión de esconder uno de sus más preciados tesoros.
 
El monarca se mostraba intranquilo por los cambios que había tenido que improvisar a última hora. Los recientes ataques sufridos a cuenta de la diosa Nieve, habían inhabilitado gran parte de los caminos que llevan hasta el escondite que tanto tiempo le había costado elegir.
Tres días antes se había reunido en secreto, en los bosques de Vallibierna, con sus fieles caballeros Perdiguero y Posets, y juntos habían decidido cambiar el tesoro, pues ninguno de los tres nobles daban con ningún otro lugar tan seguro como para esconder el más preciado tesoro. La arriesgada misión de esconder a Balcones del Aneto I tendría que esperar hasta que llegaran tiempos más seguros.

La tardanza de aquellos SiriNeos impacientó al monarca del reino de Pirineos, y sus nervios se tensaron aún más cuando descubrió que faltaban gran parte de los que habían sido convocados. Aneto enfureció cuando el jefe de aquel grupete le daba cuenta de los motivos que les habían llevado a tener aquellas faltas de puntualidad y asistencia. Los Portillones y los Eristes temblaron cuando el rey les maldijo por sus faltas de respeto, y tras explicarle cómo llegar al escondite, le entregó a Balcones del Aneto II. Antes de montar a Cregüeña, Aneto se volvió y les dijo que al amanecer del día siguiente les estaría esperando en la aldea de Sahun.

Si alguien quisiera conocer las aventuras que pasaron los SiriNeos durante aquel  día, a fin de conseguir alguna pista acerca de dónde escondieron aquel misterio tesoro, debe acompañarnos en este viaje.  


Capítulo II

El enigma de la Ribereta

 

Aneto cabalgaba veloz por los bosques de Vallibierna, deseando ardientemente llegar a la cabaña de Coronas, donde iba a mantener un encuentro amoroso con Llardana, esposa de su más fiel caballero, el conde Posets. Habían pasado casi cinco años desde su último encuentro y, desde entonces, no había pasado ninguna noche sin que soñara con aquella mujer que casi le hace enloquecer.

Al desmontar de su yegua, sintió los latidos de su corazón al verla junto a la puerta vestida de blanco y con aquella larga melena rubia de la que tantas veces se había acordado. Aneto fue corriendo hacia ella y la besó apasionadamente. Mientras él rasgaba su vestido, ella se acordó del día que aquel hombre le había hecho gozar del mayor placer, y susurrándole al oído le suplicó que lo volviera a hacer. Aneto la embistió una y otra vez, con fuerza, cuál si fuera aquel Toro bravo que ahora estaría protegiendo su tesoro, y antes de terminar de poseerla por primera vez, la llenó catorce veces de placer, antes de caer exhausto tras consumar su propio placer. Mientras se vestía después de haberla poseído por cuarta vez, Aneto se deleitaba contemplando el cuerpo de su querida Llardana, que yacía desnuda sobre la cama sintiéndose muy satisfecha por todo el placer que había recibido de aquel hombre, su rey. Se besaron por última vez y acordaron volverse a encontrar, una semana más tarde, en el mismo lugar.

Mientras los nobles amantes se despedían, el grupete de SiriNeos entraba en el campamento del Rey, después de haber subido hasta la Guarida del Toro para esconder a Balcones del Aneto II. Allí estaban los demás SiriNeos, que se habían retrasado a causa de una de las danzarinas del grupo. Mientras los varones montaban el campamento, las hembras preparaban la cena, y los niños se tocaban la barriga. Durante la cena, todos reían y charlaban sin parar, sin que nadie fuera consciente de las aventuras que durante aquellos cuatro días tendrían que pasar.

Sahun, su bastardo predilecto, era fruto del amor secreto que tuvo con Ribereta, una hermosa mujer perteneciente a una humilde familia de Castejón de Sos. Mientras observaba el parecido que tenía con aquel mozo, Aneto se acordó de los buenos ratos que había pasado con su madre, cuando juntos se iban a bañar a los ibones de Barbarisa.
Una simple mirada fue suficiente, para que el jefe de los SiriNeos se diera cuenta de que aquel día su rey estaba diferente. Primero saludó cordialmente a todos los SiriNeos y luego invitó a su jefe a entrar en la casa de Sahún. Una vez dentro, Aneto le entregó una caja con la inscripción

+++ BAGÜEÑA +++

y le dijo que contenía una de las tres llaves que se necesitaban para abrir el tesoro. Y t ras explicarle cómo llegar hasta el escondite de aquella caja, le dijo que pasados dos días les estaría esperando en el puente de san Jaime.

  Si alguien quisiera conocer las aventuras que pasaron los SiriNeos durante aquellos dos días, a fin de conseguir alguna pista acerca de dónde escondieron aquella misteriosa caja, debe acompañarnos en este viaje.  


Capítulo III

Huellas en Estós

 

Al amanecer de aquel día, Aneto y su hijo habían salido de caza por el valle de Estós, una costumbre que solián practicar cuando el príncipe Perdido visitaba la comarca de Benasque. Aneto se sentía orgulloso al contemplar aquellos trofeos, dos nobles sarrios que yacían junto a la orilla del lago Bardamina, y que habían sido abatidos por la certera flecha de su heredero.
Tras compartir un suculento almuerzo, el rey le habló acerca de los tesoros, y le dijo que tenía que aprender el arte de esconderlos, pues tarde o temprano, él sería el rey, y no tendría más remedio que hacerlo. El príncipe se entusiasmó cuando su padre le habló de un libro que contenía los secretos de los tesoros, que solamente podían ser encontrados por aquellos que pertenecían a la orden de Los Cazadores de Tesoros, que al ser ordenados recibían un don especial que les hacía captar todos los secretos guardados en aquel misterioso libro.
El príncipe se mostró muy interesado cuando su padre le dijo que estaban escondiendo a Balcones del Aneto II, y que iba a conocer al jefe de los SiriNeos, al que llamaban Boss.
Antes de que el sol se escondiera entre las montañas, cargaron en sus hombros aquellos dos rebecos y bajaron aprisa hacia la residencia de verano de los reyes de Pirineos, el palacio de Estós. Tenían que apresurarse si querían llegar a tiempo para vestirse con sus mejores galas, antes de asistir al banquete que los reyes celebraban aquella noche, para anunciar la boda de su única hija, la infanta Literota.

La gran mesa de los Tres Reyes estaba llena de suculentos manjares y, a su alrededor, se sentaban numerosos invitados, todos ellos nobles de gran altura, que habían acudido desde los lugares más recónditos del reino de Pirineos. La condesa Gavarnie sonreía junto a su marido, el conde de Marbore, a quien se  reconocía por la marcada brecha que tenía en una de sus cejas, que según cuentan era el recuerdo de un duelo que tuvo con joven llamado Rolando. El obispo de Acherito estaba junto al marqués de Bisaurin, que había acudido sin su esposa, la marquesa de Secús, ya que desde hace tiempo padecía de una grave enfermedad. También se encontraban los jóvenes generales Añisclo y Cilindro, que habían sido invitados por su proximidad con el príncipe Perdido. Al otro lado estaba el cardenal Vignemale, flanqueado por los obispos de Gaube y Marcadau. Y había muchos más, de los cuales ahora no me puedo acordar. Los invitados se levantaron al oír el anuncio de la llegada de la familia real. La bellísima princesa Ordesa estaba radiante con aquel vestido blanco, y caminaba cogida del brazo de su marido, el príncipe Perdido. Tras ellos, entró la reina Remuñe acompañada por aquel apuesto noble francés, que pronto sería su yerno, el conde Geourgs Blancs. Y tras ellos entró el rey Aneto cogido del brazo por su dulce hija,  la infanta Literota.
Al terminar la cena, el rey dio un discurso que terminó con el anunció de la boda de la infanta con el conde francés. Tras brindar por los novios y abrir el baile con su fiel esposa, Aneto salió afuera con sus amigos Perdiguero y Posets para ponerles  al corriente de los últimos asuntos relacionados con el tesoro, y luego volvieron a repasar los escondites destinados a las restantes cajas.

Hacía más de una hora que los SiriNeos habían llegado al puente de San Jaime, procedentes del campamento del Rey, donde habían descansado al terminar la pequeña travesía que habían hecho por la Ribereta. El jefe de los SiriNeos estaba tranquilo, pues se imaginaba que aquel retraso tendría que ver con el banquete real de la noche anterior.
Por fin apareció Aneto trotando junto al príncipe. Aneto saludó a todos y temió por la vida de uno que faltaba. Preguntó por él y se quedó tranquilo cuando le dijeron que había tenido que marcharse para atender negocios muy importantes. Aneto cogió del brazo al jefe de los SiriNeos y le dijo a Perdido que les acompañara hasta una pequeña borda que había junto al río Ésera. Cuando estaban dentro, Aneto le hizo entrega de dos cajas, una de ellas con la inscripción

+++ PERRAMO +++

y le dijo que contenía dos llaves, una de ellas era la llave de Bagüeña y la otra era una de las tres llaves que se necesitan para abrir el tesoro.

Y la otra caja contenía la inscripción

+++ BATISIELLES +++

  y le dijo que contenía otras dos llaves, una de ellas era la llave de Perramo y la otra era una de las tres llaves que se necesitan para abrir el tesoro.

Tras explicarle cómo llegar hasta los escondites de aquellas cajas, le preguntó al jefe de los SiriNeos que si conocía algún lugar en el que pudieran verse en secreto, ellos dos solos, dos días después. Boss pensó y luego le explicó cómo llegar a la aldea de San Feliu de Veri siguiendo el camino viejo de San Fernando. Le dijo que al llegar a la aldea buscara una casa con la inscripción

+++ BARRIENTOS +++

  y que allí le estaría esperando. Al salir de la borda, Aneto y Perdido se despidieron amablemente de los SiriNeos, y tras montar en sus caballos salieron corriendo al galope  

Si alguien quisiera conocer las aventuras que pasaron los SiriNeos durante aquellos dos días, a fin de conseguir alguna pista acerca de dónde escondieron aquellas misteriosas cajas, debe acompañarnos en este viaje.


Capítulo IV

  La revelación de San Feliu

 

Aneto marchaba al trote por aquel agradable camino, siguiendo el itinerario que Boss le había indicado al despedirse de los SiriNeos en el puente de San Jaime. No tuvo problema para encontrar la casa en la que le dijo que estaría esperándole. Llamó a la puerta y al instante salió aquel hombre para saludarle solemnemente, pues adoraba profundamente a su rey. El monarca se mostró contento, cuando Boss le informó de lo bien que les había ido a los SiriNeos, durante la pequeña travesía que habían hecho durante dos días para esconder las cajas Perramó y Batisielles.
Cuando el jefe de los SiriNeos terminó de hablar, Aneto sacó tres cosas y las puso encima de la mesa: un plano de cerradura, un mapa y una llave. Primero le habló del plano y le dijo que sin él era imposible abrir la cerradura del tesoro, dado que había que conocerlo bien para saber cómo colocar las tres llaves que la abrían. Luego le contó que en aquel mapa estaba recogido el itinerario que habían seguido los SiriNeos durante los cinco días que habían empleado para esconder a Balcones del Aneto II. Y por último le dijo que aquella llaveservía para abrír la caja llamada Batisielles. Y continuó diciéndole a Boss que viajara hasta la Isla de los Tesoros, y que buscara al Guardián de los Secretos, al que debía entregar aquellas tres cosas para que las escondiera en el Libro de los Tesoros.  

Mientras se daban un abrazo de despedida, Aneto le dijo que los SiriNeos estuvieran preparados, porque pronto les llamaría para esconder un nuevo tesoro en el valle de Chistau. Y tras montar a Cregüeña, Aneto se marchó al galope por el mismo camino que había venido, el camino de San Fernando.    

De las aventuras que aquel SiriNeo tuvo que pasar para llegar hasta este misterioso lugar, nada os puedo contar, pues de aquello ninguna palabra quiso mediar. Lo único que os puedo decir es que al llegar a esta isla, me hizo entrega de aquellas tres cosas que Aneto le había dado para que fueran escondidas en este Libro de Tesoros, y que os dejo junto a este relato que ahora estoy llevando a su fin, no sin antes contaros que aquel hombre me dijo que la búsqueda de este tesoro no debía emprenderse fuera de la época de verano.

 

FIN  


 

Additional Hints (Decrypt)

Ra ybf ivnwrf rapbageneáf fcbvyref qr gbqbf ybf rfpbaqvgrf dhr sbezna ry pnpué.

Decryption Key

A|B|C|D|E|F|G|H|I|J|K|L|M
-------------------------
N|O|P|Q|R|S|T|U|V|W|X|Y|Z

(letter above equals below, and vice versa)