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Nueva serie, en la que podréis encontrar una serie de cachés-homenaje a aquellos equipos que me han guiado en el aprendizaje y disfrute por el interesante mundo del Geocaching. En todos los casos, se trata de equipos muy queridos por mi, bien sea por la calidad y factura de sus cachés, por la cantidad y generosidad a la hora de colocar, por la pedagogía que demuestran con cada problema planteado o por las vivencias que he ido teniendo a su lado.
No puedo asegurar cuántos cachés compondrán la serie (es posible que esta vaya aumentando con el paso del tiempo), pero sí que cada uno de ellos "tomará prestado" del equipo homenajeado alguna de sus características que me hayan parecido más relevantes.
¡Que lo disfrutéis!
 Decir Equipo Grizzile es traer a la mente su serie de los Puentes de Zaragoza, sus mimetismos, sus miles de horas creando contenedores espectaculares que nos han fundido las neuronas. Pero también es hablar de cachés escondidos en lo más alto de un pico o de paseos preciosos por el campo en pos de cajitas que nos proporcionan vistas preciosas… Y, está claro, su mítica serie BadVicky. Lástima haber llegado a este juego con la serie medio archivada…
51 cachés encontrados de este maravilloso equipo en el momento de publicar este homenaje. Horas compartidas y miles de enseñanzas… ¡Todo un honor conoceros!
 Badvicky: Otra historia
Huye donde puedas estar a salvo. No mires atrás.
Posiblemente, yo haría lo mismo.
Tras muchos meses corriendo y escondiéndome, ha llegado el momento de parar. Y no porque la amenaza haya desaparecido, no. Los Hijos de la Luz siguen ahí fuera. En algún lugar; en todos los lugares; esperando, acechando, cazándonos. Cada vez somos menos…
¡Y mira que hemos pasado por cosas! Nos hemos escondido, hemos corrido, hemos confabulado e intentado poner en marcha una resistencia real al horror; hemos llorado y hemos sido enterrados vivos… Y cuando parecía que había una salida, que se vislumbraba una luz al final del túnel… ¡zas! Muestran todo su poder y acaban con nosotros de un plumazo. ¿Será esto el fin?
Cuando todo comenzó, en plena vorágine apocalítica, nada tenía sentido. Saqueos, carreras, éxodos… Cada uno buscaba su propia salvación. Tras esas primeras semanas, poco a poco se fue estableciendo una organización, que acaparó los recursos antes de que nos diéramos cuenta. Una vez organizados, cazarnos fue cuestión de tiempo.
Nos costó, pero nos organizamos. Con dificultades, con sangre y lágrimas, pero llegamos a establecer una especie de “resistencia”. Pero enseguida nos dimos cuenta de que la guerra, caso de querer establecerla, iba a resultar más larga y ardua de lo esperado. Así que decidimos refugiarnos y desaparecer por un tiempo.
Aquí mismo, tiempo ha, nos escondimos… Pasamos unas semanas, meses quizá, de relativa tranquilidad. Parecía que nos encontrábamos a salvo y comenzamos a preparar nuestro contraataque, pero nada más lejos de la realidad. Como traídos por el rayo, llegaron, nos rodearon y nos hicieron salir. Arrodillándonos, nos fueron separando y metiendo uno por uno en cubículos minúsculos. Eso a los que decidieron rendirse sin luchar.
Algunos, los menos, todavía resistimos unos días más. Pero esos malditos bastardos, cansados de ponernos cerco y esperar, utilizaron el fuego para acabar con nuestra resistencia. Ante las llamas y el humo, algunos claudicaron y decidieron salir a gatas. Otros, los más duros, los más locos, permanecimos aquí dentro.
Los Hijos de la Luz, esos malditos, hartos de nosotros y nuestra tozudez (somos maños, ¡pardiez!) prendieron fuego al escondite y se marcharon, dándonos por muertos. ¿Todos? No. Aún sobrevivimos un cuarteto. Mi Familia. Papá, Mamá y la Niña. Aún hemos ido capeando el temporal como buenamente hemos podido. Pero esta mañana…
Al despertar, he echado en falta las toses de mis compañeros. Me había acostumbrado a los ronquidos de Papá y los ruiditos en sueños de la Niña. La Mamá, pobrecita, muda y trabajadora, bastante tenía con cuidar de nosotros. Pero hoy, al despertar, me he sentido solo. He buscado por todas partes (tampoco hay mucho donde buscar, la verdad), pero no los he encontrado…
¿Será este el fin? ¿Habrán decidido rendirse? ¿Estarán nuevamente los Hijos de la Luz en el exterior esperando para venir por mi? Soy, ¿quién sabe?, la última esperanza de este mundo que da sus últimos coletazos. Y ante mí se abren dos opciones: mochila al hombro y a buscar a mi Familia o… un gancho y una cuerda.
¿Qué harías tú en mi lugar?
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