CASTILLO DE MONTALBÁN

En las estribaciones de los montes de Toledo, en una meseta que se alza dominante y solitaria sobre el valle del Tajo, se encuentran las ruinas del más grande castillo templario en el reino de Castilla. Montalbán (“Monts Albus” o Monte Blanco) conserva a pesar del abandono el encanto y la gallardía de sus muros, de un aspecto imponente.

La historia nos dice que aquí hubo una fortaleza musulmana, luego reconstruida por los cristianos como bastión fronterizo. El rey Alfonso VI lo donó a los templarios, quienes al parecer, finalizaron su construcción en el siglo XII. Desde allí partieron los caballeros templarios hacia la batalla de Las Navas de Tolosa de 1212.

Desde el exterior, según nos acercamos por la cara este, semeja un navío embarrancado. Barbacanas, torres pentagonales, dobles saeteras por las que arrojar agua hirviendo, torres albarranas de gran altura, y un sinfín de almenas coronan estos muros, los más elevados del castillo. En su entrada principal, en forma de codo, nos sorprenden numerosas marcas de cantería de los maestros constructores, sobre las que mucho se ha hablado y mucho se hablará acerca de su significado (¿esotérico o pragmático?). Una de ellas, en la parte superior, se reconoce por su forma de pentáculo estrellado o sello de Salomón.

Es realmente impresionante encontrar una fortaleza enorme, con sus defensas bien conservadas en medio de la nada.  Con sus piedras llenas de marcas de cantería de simbolismo esotérico.

Y como todo buen castillo templario, alberga leyendas y misterios de todo tipo. Ninguna población hay cerca, ninguna ruta importante.  Pero el castillo transmite una gran fortaleza. Viejas tradiciones aseguran que está hecho para guardar algo, quizás un fabuloso tesoro. Puede ser el misterioso tesoro de los templarios, jamás encontrado. O las riquezas de los reyes godos. O los objetos esotéricos más buscados: el Santo Grial y La Mesa de Salomón.

La leyenda dice que el castillo se comunica por un túnel con la cercana y misteriosa iglesia de Santa María de Melque. Las gentes de la zona hablan de ovejas que se pierden en Melque y aparecen en el Castillo de Montalbán y de un pastor que descendió a los túneles del castillo y apareció en el pozo de la iglesia.

LLEGAR AL CACHÉ

Hoy el castillo está en una propiedad privada perteneciente a los duques de Osuna. Oficialmente hay unos tiempos de visita muy limitados, solo los sábados, pero la realidad es que la visita se puede hacer en cualquier momento ya que el castillo está totalmente abierto al público. Eso sí, deberás ser sigiloso a la hora de asaltar el castillo, convirtiéndote en un buen templario.

Las coordenadas que se facilitan nos conducen a un lugar en el que una cadena impide el paso de vehículos, por lo que habrá que dejar el coche ahí y continuar a pie durante aproximadamente 1’5 kms.

Para conseguir las coordenadas definitivas de localización del caché tendrás que actuar como un buen templario y descifrar el código. Suerte.

Las coordenadas son:

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