Antes de la invención de los frigoríficos la única forma de obtener hielo era cogerlo de las montañas y más concretamente de los ventisqueros, manchas de nieve en la sierra que persistían hasta bien entrado el verano. Por el mes de mayo, subían los serranos a cubrirlos de estiércol, paja de centeno o piornos para resguardarlos del calor del sol. Era frecuente levantar en los ventisqueros muros de piedra para facilitar la acumulación y persistencia de la nieve.
Desde principios del siglo XVII hasta finales del XIX se estableció un comercio de nieve que era transportada por arrieros desde la sierra de Guadarrama hasta la capital.
En lo alto del Hueco de San Blas, encima de Hoyo Cerrado, se encuentra el Ventisquero del Ratón, uno de los más antiguos y utilizados de toda la Sierra del Guadarrama. Medía alrededor de treinta metros de longitud por unos cinco o seis de anchura, y tenía aproximadamente un metro de espesor en el centro. Al pie del nevero, inmutables desde hace cuatro siglos, el tosco muro de piedras levantado para facilitar la acumulación de nieve, y los restos de un gran chozo cuadrangular en donde dormían los guardas a sueldo del duque del Infantado, propietario del ventisquero, que se relevaban para vigilarlo e impedir los robos de nieve, según consta en documentos del siglo XVIII.
Desde aquí se bajaba la nieve en mulas por la Hoya de San Blas hasta Chozas de la Sierra (actual Soto del Real) donde existía una casa o pozo de la nieve en el barrio del Solar que estuvo funcionando hasta el siglo XIX. Allí se apelmazaba y se guardaba parte de la nieve en pozos en forma de hielo, el resto se cargaba en carros cubierta con pieles bien tensadas y se llevaba a Madrid. Según Real Orden la nieve se tenía que transportar desde Chozas por el Camino Real que llevaba a Colmenar Viejo y, desde allí, directo a Madrid entrando por la calle Fuencarral hasta su destino cerca de la puerta de los Pozos de la Nieve, en la glorieta de Bilbao, en cuyas inmediaciones existían cinco grandes pozos.
Cuando se agotaba la nieve en este ventisquero se explotaba el Ventisquero del Algodón, más pequeño y situado en la parte septentrional de la loma de Bailanderos.
Posteriormente, al abrirse el paso del puerto de Navacerrada en 1788 en época de Carlos IV, se comenzó a explotar otros ventisqueros como el de la la Condesa, el de la Estrada o el del Regajo del Pez.
Nos ha costado bastante dar con el ventisquero porque no hemos encontrado información de su localización exacta, tan sólo hemos encontrado un mapa en el que aparece marcado (aunque posteriormente hemos comprobado que tiene un error de 300m) y algunas fotos. Después de casi una hora recorriendo la parte alta de Hoyo Cerrado, a punto de abandonar la búsqueda, conseguimos localizar la foto. Espero que os guste este histórico lugar.