La
Momia de Maderuelo
Un caché de ChocoKrispi & bricabrac
GeoRiaza es una serie de cachés situados en el entorno de la villa
segoviana de Riaza. Los lugares están elegidos con cariño, por su
interés y por el significado personal que tienen. Todos son de muy
fácil acceso si queréis ir con la familia. Esperamos que los
disfrutéis.
Maderuelo
es un municipio y villa monumental que se encuentra en el norte de
la provincia de Segovia. Pasear
por sus calles nos traslada a una época en la que las prisas y el
estrés eran algo desconocido. Sus casonas, sus calles empedradas,
sus iglesias, todo hace que Maderuelo deje un recuerdo imborrable
en la memoria de todo el que la visita.
En el centro de la villa se ubica la iglesia de Santa María, de origen
románico. Su principal atracción no son sus pinturas, ni su pila
bautismal: en su interior se haya la tumba de María, una joven
doncella, cuyos restos son un reclamo para turistas.
Más de quinientos años han pasado desde su muerte, y sin embargo su
cuerpo permanece apenas alterado por el paso del tiempo. Un simple
cristal separa al curioso visitante de María y su eterno
descanso.
La leyenda dice así:
La doncella
muerta
Las secas orillas del pantano parecían humedecerse a medida que las
sombras de la tarde se hacían más obscuras, ahondando el cauce del
Riaza. Sus aguas
reflejaban el abandono de un pueblo milenario que se desmoronaba
poco a poco, aun resistiendo a desvanecerse en el
olvido.
Maderuelo, una vieja barca abandonada. Maderuelo, mas que barca varada,
pequeño madero que se hunde en el lago del
tiempo.
Al traspasar su robusta puerta, rumores e historias nos rodean y
nuestra mente las revive de nuevo: la llegada de reatas de mulas
con piedras de la cantera de Vega Palacio, los albañiles reparando
las murallas, ya viejas en el año 1000, que han resistido siglos
bajo el castigador sol castellano y sus fríos
inviernos. Y el río,
bordeado de árboles, que riega una estrecha vega y calma la sed de
importantes rebaños de ovejas y vacas. Dispersos los barrios a los pies
de la villa, poblados por gentes esforzadas y
bulliciosas.
Las viejas piedras, blanqueadas por el sol y los hielos unas,
obscurecidas por el moho otras, nos siguen contando historias del
pasado. En el siglo XV,
vivió en Maderuelo un noble caballero, emparentado con los
Chávez. Tenía una
hermosa hija, María, menuda y proporcionada. Sus largos cabellos dorados nos
dicen que era doncella.
Sus ojos luminosos nos revelan la piedad de su alma. Era querida en la Tierra de
Maderuelo, bordaba, dibujaba e incluso escribía
primorosamente. Pero la
muerte la alcanzó a la edad de dieciséis
años.
Unos cuentan que murió durante la ausencia de su padre, cuando esté
viajó a rendir pleitesía al rey, su señor. Fue una época de reyertas
nobiliarias y luchas civiles. Otros afirman que se la llevó la
peste, que tantos huérfanos dejó en
Maderuelo.
Su desconsolado padre, mandó ataviarla con sus mejores
galas. Parecía un bello
ángel dormido cuando aquella fría losa de pizarra negra cubrió su
sueño en la capilla de los Chavez, en Santa María. En la losa, venida de la Sierra,
un cantero esculpió un escudo escotado, cuartelado en cruz, con un
águila bicéfala rampante, cinco llaves, un árbol entre perros
rampantes y trece bezantes de oro, todos buena prueba de su
ascendiente hidalgo.
Enterrada la doncella, la arqueta de madera e incrustaciones donde
ella guardaba sus secretos también desapareció. Así se perdieron su salterio, sus
dibujos y las cartas de amor secreto, como las de aquel joven
enamorado que la prometió volver con el oro de Granada y allí
perdió, los ojos primero, y la vida
después.
Más de cinco siglos había descansado el cuerpo de María, cuando una
reforma en la iglesia obligó a retirar la losa, dejando al
descubierto un cuerpo momificado. María, querida hasta por la
anciana Muerte, que respetó sus chapines y el justillo bordados en
oro, el anillo de guerrero que ceñía su dedo. Conservaba sus largos cabellos,
las manos sobre el pecho y los párpados ,cerrados, como si
continuara dormida.
De pronto, un airecillo fresco rozó nuestros brazos y el escalofrío
nos volvió a la realidad. Con un movimiento apenas visible,
el badajo de la campana grande la hizo sonar levemente y su tañir,
repetido por ecos lejanos, murió con la luz del día. Comenzó a lloviznar. Maderuelo,
cuna de leyendas, sabía que se había revelado el secreto de su
querida momia. Era ya
hora de partir.
El caché:
Se trata de un carrete de fotos escondido en una de las paredes
cercanas a la iglesia. Tened cuidado en su manipulación porque es
un sitio con visitas frecuentes dadas las bonitas
vistas.