La presencia de
asentamientos humanos en Montoro está atestiguada mediante restos
arqueológicos desde época prehistórica.
Como núcleo
urbano se especula con la posibilidad de que fuese una fundación de
los colonizadores griegos, quienes la habrían denominado Aypora o
Eipora, aunque esto no se ha podido demostrar fehacientemente.
Sí que está
plenamente demostrada la existencia de un núcleo ibérico en el
Llanete de los Moros, donde las excavaciones arqueológicas han
sacado a la luz estructuras arquitectónicas y ajuares funerarios,
actualmente expuestos en el Museo Arqueológico Provincial de
Córdoba, con sede en la capital. Estos restos están fechados en
torno a los años 4.500-5.000 a. C.
A finales del
siglo III a. C. la ciudad de Epora se ve inmersa en la Segunda
Guerra Púnica, que la llevará a firmar un foedus con la República
romana en torno al 206 a. C.; junto con Gades, será una de las
civitas foederata de la Bética, lo cual da muestra de su
importancia, en especial hacia finales del siglo I a. C. Epora se
localiza en el trazado de la Vía Augusta y es nombrada tanto en el
Itinerario de Antonino como en los Vasos Apolinares. De este
período destaca una escultura thoracata expuesta en el museo local,
así como varias inscripciones.
Tras el período
visigodo y musulmán, la ciudad es conquistada definitivamente por
el rey cristiano Fernando III el Santo el día de San Bartolomé (24
de agosto) de 1238, según unos autores, o de 1240 según otros. De
ahí que este santo fuese nombrado patrón de la ciudad y titular de
su iglesia parroquial.
Perteneció al
Concejo de Córdoba hasta que a mediados del siglo XVII pasó a manos
del marqués de El Carpio, Luis Méndez de Haro y Sotomayor, a cuya
casa nobiliaria perteneció hasta que en el siglo XIX se abolieron
los derechos señoriales.
El comportamiento
de sus vecinos durante la invasión napoleónica le valió el título
de "Muy Noble, Leal y Patriótica" ("Muy Noble, Leal y Patriótica
Ciudad de Montoro"). Tras conocer los habitantes de Montoro el
genocidio, las torturas y los abusos sexuales (sin distinción de
sexo o edad) cometido por los franceses en Córdoba capital,
decidieron una estrategia de engaño, que haría creer a los
franceses que eran bien recibidos en Montoro, para a continuación
acabar con cuantos pudiesen. Varias veces se repitió esto con el
resultado de que Montoro fue el único punto independiente en toda
España que los franceses dejaron en su retaguardia. No obstante,
esta situación de "isla en tierra" le costó no pocas vidas y un
gran bajón en la productividad y la natalidad, quedando la
población muy reducida. Sólo tras más de 30 años (hacia 1840), la
población había recuperado su valor de 1808.
Info extraida de
Wikipedia
Desde este punto
se tiene una de las vistas mas expectaculares de este precioso
pueblo Cordobes.